Pavel Gómez: “En Venezuela se destruyó la hoja de ruta de las obras públicas”
Es impostergable la recuperación de la institucionalidad para que la ejecución de proyectos públicos sea transparente y sostenible. El economista venezolano Pavel Gómez, profesor de Economía Aplicada, Teoría de Juegos, Gerencia Estratégica del Riesgo Político y Análisis del Entorno en diversas universidades de América Latina, le mete la lupa al deterioro del entramado de control y vigilancia de la gestión pública en Venezuela, lo que ha llevado a un mayor grado de corrupción
Se ha señalado que en Venezuela la deficiencia de los servicios públicos tiene que ver con las sanciones, pero realmente es un problema de larga data, ¿cuál es el contexto para que no se hayan ejecutado las inversiones que estaban previstas?
El proyecto de Hugo Chávez destruyó el andamiaje institucional del sector público por un modelo basado en la voluntad y el deseo de hacer algo. Para esto se requería justamente un entramado institucional que por demás llegó a existir en Venezuela con sus virtudes y sus defectos. Como se eliminaron los mecanismos de control empezaron a aparecer oportunidades para saquear el país. Es decir, no hay unos protocolos o capacidades instaladas para implementar unos proyectos y después evaluar la efectividad de los mismos con un control posterior. Aparecen los incentivos para robar porque, entre otras cosas, se eliminan los chequeos y los equilibrios de poder, lo que por el contrario privilegian los Estados modernos. Esas inversiones que se hicieron no respondieron a un plan institucional, lo que evidenció la ineficiencia incluso para el mantenimiento o conclusión de obras.
Por ejemplo, en el Fonden se incluyeron unos proyectos de agua, pero no se ejecutaron y hoy vemos las consecuencias de no poder hacerle seguimiento a esa hoja de ruta de la gestión pública. ¿Pudiera ampliar este tema?
Sí, los precios petroleros altos estimularon la creación de una cartera de proyectos asociados con el agua, entre otros, pero nunca se vieron como un plan sostenible a largo plazo, sino producto de un dinero excedentario. La gestión del agua, por ejemplo, implica la articulación de muchas piezas; y no es solo un tema de la inyección inicial de recursos, sino de sostenibilidad financiera, mantenimiento y evaluación permanente. Se evidencia esa idea primitiva que busca sustituir el funcionamiento de un servicio por un operativo, como vender comida un día en una plaza. Eso no funciona.
¿Entonces en este caso no era un problema de recursos, sino de disposición?
Tú te enfrentas a un problema de recursos como una consecuencia de una gestión pública que subestima las necesidades de sostenibilidad financiera de los servicios públicos y de evaluación por resultados debido a la borrachera de precios del petróleo muy altos. Se diseñaron servicios gratuitos con base en un ingreso transitorio, y con opacidad del gasto y su gestión. Cuando se derrumbaron los precios del petróleo, a partir de 2013, comenzó una cadena de captura de rentas y de redireccionamiento de los pocos recursos sobrantes hacia la importación de alimentos e insumos básicos. Se descapitalizó el Fonden y en el camino quedó un cementerio de obras inconclusas.
«Cuando se derrumbaron los precios del petróleo, a partir de 2013, comenzó una cadena de captura de rentas y de redireccionamiento de los pocos recursos sobrantes hacia la importación de alimentos e insumos básicos. Se descapitalizó el Fonden y en el camino quedó un cementerio de obras inconclusas”
Pavel Gómez
¿Ese saqueo al Fonden ha sido extensivo a otras áreas del Estado venezolano?
Chávez y el chavismo diseñaron una estrategia política dirigida a tomar el control total del Estado, basada en la explotación de símbolos, mitos y resentimientos acumulados, bajo una concepción política centralista, personalista y con un sesgo ideológico que ve a la empresa privada como un mecanismo de explotación y extracción de plusvalía. Todo esto combinado con una estrategia de aniquilación de la disidencia. La dilapidación de los recursos del Fonden (entre otros) es una consecuencia natural del diseño institucional del Estado venezolano proveniente tanto de la tradición cultural personalista del país, como de los cambios introducidos por el gobierno de Chávez para ganar discrecionalidad y flexibilidad en el manejo de los fondos públicos.

¿Considera que se recurrió al populismo ante la demora en la ejecución de las obras o falta de inversión en los servicios?
Dentro de una concepción estatista o centralista se suponía que el Estado debía ser el proveedor directo de servicios públicos gratuitos. Primero se congelan las tarifas y luego se suprimen totalmente, por decreto, como en el caso de los peajes, o licuadas por la inflación, como en el caso del metro, agua, electricidad o telefonía. Puede acordarse políticamente que haya un grado de subsidio, pero se debe pagar por el uso de los servicios públicos para racionalizar su uso, y cualquier subsidio debe ser fiscalmente sostenible. Ni con petróleo a 100 dólares pueden sostenerse servicios públicos gratuitos y mal administrados. El populismo estuvo en vender la idea de que un líder salvador le iba a devolver al pueblo su riqueza (el petróleo), que supuestamente le había sido arrebatada por las élites con las privatizaciones de los noventa. Como se pensaba que esta riqueza colectiva era casi infinita, entonces el pueblo no debía pagar por nada de lo que recibía.
Lo que pasa es que ahora, por ejemplo, hay un ajuste de tarifas, pero con servicios deteriorados; es decir, sin recibir agua o electricidad cobran más.
Totalmente, porque ahora para legitimar el pago de la tarifa primero tienes que ofrecer un servicio de calidad correspondiente. Por eso los países que se plantean recuperar los servicios públicos comienzan buscando financiamiento multilateral a partir de un diseño institucional creíble y financieramente sostenible.
Pero en el caso de Venezuela no era por falta de recursos. Al contrario, a través del Fonden en 2011 había 81.000 millones de dólares para financiar alrededor de 400 proyectos, entre ellos los de servicios públicos, incluso llegó a tener 100.000 millones de dólares que pudieron estar en las reservas internacionales, ¿qué pasó ahí?
No hay manera de saber qué pasó con ese dinero. Desapareció toda idea de transparencia de los recursos fiscales y los indicadores de gasto y gestión, lo cual se acentuó con el argumento de las sanciones y la guerra económica. La existencia y cumplimiento de leyes de acceso a la información pública constituyen uno de los pilares de una gestión pública sana. La opacidad es el paraíso de los saqueadores del erario público.
¿Se busca evitar cualquier acción legal y por eso se oculta la información?
Se busca evitar acciones legales y, sobre todo, se busca evadir el control político, el control parlamentario y ciudadano. Las acciones legales habían sido esterilizadas con la toma de control total del poder judicial, pero el ocultamiento de información impide el control parlamentario y el control ciudadano ejercido a través de la opinión pública.
El control democrático de los gobiernos se basa en acceso garantizado a la información pública de los ciudadanos en un sistema judicial con relativa autonomía e incentivos adecuados y en parlamentos con potentes atribuciones de control. Todo esto fue desactivado en Venezuela.
«Como el gobierno no tiene la capacidad financiera ni la presión política para proveer servicios públicos de calidad al grueso de los votantes, los sustituye por transferencias directas de dinero a los grupos que garantizan su estabilidad. Por eso privilegia a los militares y a los miembros del aparato político del partido y del Estado”
Pavel Gómez
¿Esta situación fomenta mayor corrupción?
Claro, bajo este esquema los grandes ganadores son quienes se organizan para extraer rentas de la gestión pública. Por eso el caso de Alex Saab, por ejemplo, quien probablemente terminó haciendo negocios con recursos que inicialmente estaban destinados a proyectos en el Fonden para otros fines. En el momento en que el gobierno socava la competitividad democrática y cae en cuenta de su gran precariedad financiera empieza a usar el poco dinero disponible para transferirle recursos a sus cuadros esenciales, a los individuos que garantizan su estabilidad en el poder. Como el gobierno no tiene la capacidad financiera ni la presión política para proveer servicios públicos de calidad al grueso de los votantes, los sustituye por transferencias directas de dinero a los grupos que garantizan su estabilidad. Por eso privilegia a los militares y a los miembros del aparato político del partido y del Estado.
Transparencia Venezuela hizo en 2015 una recopilación de las reiteradas violaciones a la autonomía del Banco Central de Venezuela, que tuvo su punto máximo en 2005 con la creación del Fonden cuyo origen fue aquella petición del “millardito” de Chávez al BCV en 2004. ¿Podemos situar la actual debacle económica a ese momento?
Ese sin duda fue un hito. El gobierno, con base en su concepción centralista y discrecional, elimina la autonomía de todas las instituciones que limitarían su poder, como es el caso del BCV. Cuando la discusión del millardito, la jugada de Chávez tuvo dos objetivos, uno más terrenal y otro más simbólico. El terrenal fue capturar y disponer de manera ilimitada de la capacidad del ente emisor de imprimir dinero inorgánico para financiar gasto nominal, y el simbólico fue enviar la señal política de que el Poder Ejecutivo tiene tal supremacía que no acepta límites de otros poderes del Estado, iniciándose el socavamiento de los chequeos y contrapesos institucionales. La otra pieza clave de la debacle económica fue la destrucción de la base productiva e industrial del sector privado mediante controles y expropiaciones. Entonces con un reducido aporte fiscal del sector privado el Estado tiene una necesidad de dinero mayor. La eliminación de la autonomía del BVC sirve para imprimir dinero y se convirtiera en la caja chica del gobierno. Pero esa caja chica es artificial es un dinero que no tiene respaldo y por eso la hiperinflación.
Un círculo vicioso que tiene sus graves consecuencias en la actualidad
Cuando se acaban los dólares del petróleo el gobierno dice, bueno tenemos al BCV que puede imprimir dinero y lo que se crea es una espiral de precios porque además se destruyó la oferta y puso a correr muchos bolívares detrás de pocos bienes y cuando eso ocurre, y ya no podía importar como antes, eso generó inflación y se creó un círculo vicioso en el cual cada vez se imprime más dinero. Los precios suben cada vez más y la oferta de productos es más precaria y se crean unas dinámicas perversas: para solventar problemas de escasez puntuales se gasta una gran cantidad de dinero y buena parte se pierde por comisiones, por ineficiencias, por falta de controles. Con bajos precios del petróleo, sin industria local y con todas estas ineficiencias el gobierno necesita cada vez más un dinero que no puede recaudar tributariamente. La eliminación de la autonomía del BCV, la restricción de las leyes de licitación, la supresión de los controles de la Contraloría, la monopolización del poder político y la actuación de “operativos” para transferir bienes a unos pocos trajo como consecuencia una dinámica perversa.
«La eliminación de la autonomía del BCV, la restricción de las leyes de licitación, la supresión de los controles de la Contraloría, la monopolización del poder político y la actuación de ‘operativos’ para transferir bienes a unos pocos trajo como consecuencia una dinámica perversa”
Pavel Gómez
¿Cómo se pudiera llevar aguas abajo para que la gente que entienda que la no culminación de las obras o de los proyectos afectan su calidad de vida?
Hay un tema histórico y cultural derivado de la idea de que el dinero público no tiene dolientes directos porque proviene del petróleo más que de los impuestos. El mensaje ha sido que somos un país rico y que estamos parados sobre un gran pozo de petróleo y pensamos que nos merecemos todo. Por eso no nos importa si una obra quedó inconclusa porque eso no salió de mis impuestos. Es una manera muy perversa la forma como se financia el sector público venezolano.
Mientras se destruía la capacidad productiva estaba la idea que podíamos comprar todo afuera y además con un dólar subsidiado. Ese ha sido el discurso, ¿qué opina?
Ese fue el mensaje que se le transmitió al ciudadano y el paradigma sobre el que se pensó la gestión pública. Como cuando alguien se gana la lotería y al poco tiempo está arruinado porque dilapidó el dinero. Los booms de precios del petróleo -si no esterilizas una fracción del ingreso ahorrándolo en un fondo de estabilización- de por sí destruyen la industria nacional porque revalúan circunstancialmente el bolívar. Si a esto agregas las expropiaciones y controles entonces lo que queda es un desierto productivo que acentúa la dependencia de las importaciones. Si tú crees que eres muy rico porque tienes unas inmensas reservas y esa riqueza durará para tu horizonte de vida, entonces pisas el acelerador. Esto fue lo que ocurrió hasta llegar al acantilado de 2012. Hubo un colapso en la provisión de servicios públicos porque se apostó por tarifas cercanas a cero y riqueza súbita permanente.
De allí el drama de la migración, la gente sabe que en Venezuela no hay calidad de vida y por eso la buscan en otros lugares.
Quiero pensar sobre este tema de manera positiva. Cuando mucha gente que se ha ido regrese el día que haya un cambio -quiero pensar que esto algún día ocurrirá- podrá traer experiencias y conocimientos de que las cosas pueden funcionar de una mejor manera. Paradójicamente, el drama de inmigración se puede convertir, a futuro, en una fuente de ventajas. Creo que Colombia y Perú en América Latina son otros ejemplos interesantes de cómo sus diásporas han contribuido a lo largo de los años a llevar algo positivo hacia su país de origen. Los estudios muestran que un efecto positivo de las grandes migraciones es que después se convierten en vehículos para transferencia de tecnología, emprendimiento y transmisión de ideas sobre las políticas públicas. Por ejemplo, el investigador venezolano Dany Bahar muestra en algunas de sus publicaciones las oportunidades que las diásporas representan para sus países de origen.
¿Una de las cosas positivas puede ser que debemos pagar los servicios pero que funcionen?
Sí. Hay que pagar por los servicios públicos para racionalizar su consumo, y cualquier subsidio debe ser focalizado y fiscalmente sostenible. Se puede recuperar la idea de que en la medida en que los procesos privatización sean más transparentes y competitivos las cosas funcionan mejor. Creo que para que eso sea sostenible el Estado tiene que mejorar su capacidad de gestión, de control y de sostenibilidad. Por ejemplo, en Chile si hay que construir una nueva red de escuelas el Gobierno tiene que mostrarle al Congreso de dónde saldrán esos recursos y cómo se sostendrá ese gasto en el largo plazo.
Son temas que en Venezuela parecen un sueño ante la actual realidad
Tenemos que recuperar esa discusión porque el problema es que este ambiente de hiperinflación e incertidumbre nos vuelve muy cortoplacistas. Necesitamos resolver el día, pero es fundamental recuperar la visión de largo plazo y creo que los venezolanos son capaces de cambiar y de ajustarse de manera muy rápida con la recuperación del tejido institucional, hoy muy debilitado.
¿Qué han hecho los países que han logrado controlar la corrupción?
Exactamente lo contrario de la receta chavista. Han diseñado instituciones de chequeos y contrapesos institucionales con descentralización del poder político, con mecanismos que garanticen la libre competencia de oferentes de obras y servicios públicos (reglas estrictas de licitación), incluyendo protocolos de transparencia de estas operaciones; garantizar la autonomía de instituciones como el sistema de justicia, la Contraloría y el BCV, transparencia en la gestión (leyes de lobby transparente, registros públicos de contratistas abiertos, leyes de acceso a información del Estado) y, finalmente, han garantizado la plena libertad de prensa y, en particular, estimulado y abierto espacios al periodismo de investigación.

Pavel Gómez
Pavel Gómez es profesor de Economía Aplicada, Teoría de Juegos, Gerencia Estratégica del Riesgo Político y Análisis del Entorno en diversas universidades de América Latina: miembro del International Faculty del IESA; coordinador del área de economía del MBA de la Universidad del Desarrollo (Chile) y profesor invitado de la Universidad de La Sabana (Colombia).
Tiene estudios de PhD en Business Studies de la Coventry University, Master of Science en Economía de la Universidad de Warwick, MBA del IESA y economista de la Universidad Central de Venezuela.
Es consultor de empresas, escritor de ensayos sobre economía política y de narrativa, autor del libro Instrucciones para salvar al mundo de un tirano populista, del blog pavelgomez.com y del canal de YouTube Conducta y teoría de juegos.
Vive en Santiago de Chile desde 2010