La ilusión de la Venezuela feliz de 1999 se ha diluido y será difícil volver a ella.
El país ha vivido una insurrección política y social que fomentó una crisis constitucional, en medio de esa crisis se escondió la conducción escandalosa de todo tipo de faltas, delitos y de crímenes ligados al robo del patrimonio, al dinero producido por el narcotráfico, permitiendo la organización de otras mafias en las que funcionarios públicos se transformaron en canales de organización y al mismo tiempo fueron captados para el delito, con la certeza de que nunca se conocería su participación.
Este proceso político lleva 22 años y durante todo este periodo siempre se ha mostrado a un presidente que lo podía todo, inclusive despreciar la ley y las reglas de la democracia, lo que se extendió como un mal ejemplo a todos los que desempeñan funciones públicas.
Todo esto ocurrió en paralelo al dictamen de la Constitución de 1999, que en su artículo 271, castiga como graves los delitos de deslegitimación de capitales, drogas, delincuencia organizada internacional, hechos contra el patrimonio público de otros Estados y contra los derechos humanos; otorgando al juez la potestad de un juicio público, oral y breve, respetándose el debido proceso y facultado para dictar medidas preventivas contra bienes propiedad del imputado.
Luchar contra este veneno de la corrupción conlleva un proceso legal mediante el cual Venezuela recupere recursos que le fueron robados al Estado, a través de actos de corrupción por quien gobierna actualmente y durante el período anterior, sus familiares, aliados políticos o por actores extranjeros.
Para ello, el país requiere de una nueva conducción política que reconstruya la confianza con el pueblo y la comunidad internacional; cuyo valor principal sea cumplir y aplicar las garantías consagradas en la Constitución que son inherentes a todos. La política económica es esencial, la transparencia en el presupuesto y en los proyectos de inversión, Venezuela necesita producir lo que come, devolver los sectores a sus puestos y a los poderes su independencia, comenzando por el pilar de la democracia: todos quieren justicia.