El viaje a Europa de la Vicepresidente, Delcy Rodríguez, tenía por objeto participar, como lo hizo, en la audiencia pública realizada en la Corte Internacional de Justicia, donde alegó las razones del Estado venezolano sobre la controversia del Esequibo.
Oficialmente además del compromiso antes señalado, se informó que la funcionaria realizó una gira de negocios para concretar acuerdos con el Estado de Qatar y los Emiratos Árabes Unidos.
Llama la atención que el cuestionamiento a ese viaje, se redujo a sacar cuentas sobre el despilfarro de recursos ante la numerosa delegación que la acompañó; y la crítica se focalizó en polemizar su asistencia a la apertura de la Copa Mundial de Fútbol, ante las carencias esenciales de la población venezolana.
Resulta que la vicepresidenta del régimen de Maduro arribó a Doha (capital de Qatar) luego que realizara una breve visita el sábado anterior a los Emiratos Árabes Unidos, donde se reunió con Mohamed Bin Zayed, líder político de ese territorio; encuentro que ella calificó como fructífero, y precisó que conversaron sobre “la agenda de las relaciones de amistad y cooperación entre ambas naciones”.
Recordemos que el Emir de Qatar ya había visitado Venezuela para fortalecer la cooperación energética en julio de 2022; tres meses después desde el Centro Internacional de Inversión Productiva en Caracas, Delcy Rodríguez, lideró una ronda de negociaciones con la Delegación Técnica para Inversiones del Estado de Qatar, donde pasó revista a los más de 20 acuerdos de cooperación, entre ellos, turismo, ciencia y tecnología y transporte, además del tema energético mundial.
Por tanto, lo que se critica de su viaje como de turismo, en realidad se concreta en uno de negocios, sobre los cuales nada se conoce. Las declaraciones se limitan a decir que estrechamos vínculos de cooperación con estos países, lo que esconde el objeto del negocio y en qué términos se están estrechando los llamados lazos de cooperación.
De manera que es un error enfocar el viaje de Delcy sólo como un gasto de recursos, y dejar de advertir la falta de una rendición de cuentas sobre el verdadero trasfondo de las visitas mensuales realizadas al más alto nivel a Qatar y a los Emiratos Árabes Unidos. Una política exterior transparente debe reflejar el interés nacional del país y debe procurar un criterio de seguridad y de proyección mundial, que sea aceptado por una mayoría que aspira a la paz y a la estabilidad en su Nación.