En 2011, específicamente el 17 de diciembre, Nicolás Maduro presentó ante el cuerpo diplomático lo que calificó como el proyecto más poderoso y avanzado para el turismo internacional durante los próximos 100 años.
El mensaje fundamental de Maduro en ese momento fue la afirmación de que Venezuela tiene una isla más grande que Aruba (180 Km2) llamada La Tortuga (156 Km2), que es virgen para invertir, y le ofreció a Asia y Europa que financien el proyecto de desarrollo turístico y así vengan a ella todas las culturas del mundo.
Cuando parecía que el proyecto había sido olvidado o engavetado por sensatez, el 20 de julio de 2022 el Poder Ejecutivo promulgó la Ley de Zonas Económicas Especiales (ZEE) e presentó ante los embajadores, gobernadores y alcaldes el ahora llamado Plan Maestro de Desarrollo de La Tortuga, denominando a la isla como quinta zona de desarrollo especial.
Ahora bien, suponiendo que el plan, que contempla la construcción de 10 megahoteles, ha considerado que en la isla desovan cuatro tipos de tortugas, que los arrecifes de coral no serán afectados y que las Fuerzas Armadas abandonarán el lugar militarmente estratégico; resulta un contrasentido anunciar este tipo de proyectos ante una población que vive la crisis más grave de su historia contemporánea y que requiere decisiones que le permitan a más de 90% de la población salir de pobreza extrema en que la sumieron 22 años de chavismo
Que duro es para cualquier venezolano, que no tiene cómo llevar un plato de comida a su mesa ni medicinas a sus enfermos, oír que se construirán diez (10) hoteles tipo resort de lujo, un aeropuerto internacional, un puerto en el que puedan atracar cruceros de alta gama y un sistema de energía solar y eólica. Sorprende que Maduro lo llame la Torre de Babel. ¿Qué significado tiene esta calificación? Parece solo soberbia o, peor aún, burla.
A todo lo anunciado por el gobierno de Maduro, hay que agregar que esas megaconstrucciones requieren servicios adicionales como un hospital, bomberos, ofrecer seguridad, proveer de alimentos, transporte y viviendas a los trabajadores, por ello es fácil prever que la isla quedará pequeña ante tantos requerimientos.
La ambición de quien gobierna va más allá de la capacidad de responder por sus ofertas y no existe atención a las necesidades básicas de la población.
¿Por qué no reconoce el gobierno que está endeudado, que se quedó sin reservas y sin dinero y muestra las cuentas de su gestión de 22 años de ejercicio en el poder? ¿Por qué no reconoce que no le importa destruir un reservorio de la naturaleza para buscar dinero?